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El único animal inmune al cáncer revela su secreto

El ratopín rasurado, un roedor de África, no sufre tumores por una variante del ácido hialurónico, molécula que se usa en inyecciones antiarrugas.

Ratopín rasurado | Brandon Vick / U. Rochester

NUÑO DOMÍNGUEZ / MATERIA 2013-06-20

Es uno de los mamíferos más raros del mundo y posiblemente uno de los más feos, pero todos deberíamos envidiarle. Es el ratopín rasurado, un roedor sin pelo que vive bajo tierra en las sabanas de África, se organiza en colonias como las hormigas, nunca bebe agua y, sobre todo, es el único animal conocido que no sufre cáncer. Un reducido grupo de investigadores de varios países estudia a esta criatura capaz de vivir hasta 30 años, un récord absoluto entre roedores , en busca de nuevas claves para alargar la vida de los humanos.

Hoy, un equipo de investigadores de EEUU explica por fin por qué este animal es inmune al cáncer. Es gracias a una sustancia llamadaácido hialurónico y que es bien conocida por los humanos, pues ya se usa, por ejemplo, para borrar los efectos del paso del tiempo con inyecciones que corrigen las arrugas. La clave, dicen, es que el ratopín aprovecha esta sustancia mucho mejor que el resto de mamíferos, "hasta los límites de lo posible".

"Este animal nos va a enseñar cómo ser inmunes al cáncer", asegura a Materia Andrei Seluanov, investigador de la Universidad de Rochester (EEUU) y coautor del estudio que describe en Nature el nuevo hallazgo. El ratopín ya nos había enseñado muchas otras cosas. El Heterocephalus glaber es el único mamífero que vive como los insectos sociales, con una reina todopoderosa a la que sirven obreros y soldados que no dudarían en matar a cualquier ratopín ajeno a la colonia. Además de su sorprendente longevidad y ausencia de cáncer, este animal es también insensible al dolor que causa el ácido en la piel.

"Los alumnos dicen que es como una salchicha"

"Mis estudiantes dicen que es como una salchicha con dientes", bromea Seluanov. Este investigador ruso lleva estudiando a estos roedores desde hace casi una década. Los animales corretean en su laboratorio de urna a urna a través de túneles mantenidos a la temperatura y humedad exactas del subsuelo africano: 32 grados. Los datos acumulados por otros equipos, basados en el estudio de 1.500 ratopines durante 25 años, indican que sólo uno desarrolló cáncer, explica Seluanov. Es algo nunca visto. "El 95% de los ratones de laboratorio desarrollan cáncer y, en libertad, la tasa es del 75% porque los roedores son especialmente vulnerables a esta enfermedad". Por eso el ratopín, o rata topo calva, que vive 10 veces más que los ratones convencionales y no tiene cáncer, es un animal extraordinario.
 

Aplicación en humanos

Seluanov, junto a investigadores en China e Israel, ha encontrado por fin el compuesto responsable de la inmunidad de este animal a los tumores que acorralan al resto de mamíferos. Se trata de una sustancia viscosa que aisló en su laboratorio y que se conoce como ácido hialurónico. Es una cadena con átomos de carbono e hidrógeno que producen la mayoría de las células del cuerpo y que ayuda, entre otras cosas, a controlar el crecimiento de los órganos hasta su tamaño adecuado. Al contrario que el ácido hialurónico que producen los ratones y los humanos, la variante del ratopín es una cadena mucho más grande y larga. El gran tamaño de esta molécula es fundamental para conferir protección ante el cáncer", explica Seluanov.

 

Hasta ahora se sabía que esa sustancia viscosa era la responsable de darle al ratopín la prodigiosa elasticidad de su piel para reptar por los túneles. Ahora, Seluanov demuestra que la misma molécula es también responsable de bloquear el desarrollo de tumores. El estudio muestra que si se elimina el ácido hialurónico de ratopín, las células comienzan a dividirse sin control generando tumores. "Estoy bastante seguro de que encontraremos la forma de aplicar este descubrimiento para tratar el cáncer en humanos".

 

Una vez desvelado el secreto del ratopín, queda por ver si se puede aplicar para lograr que los humanos vivan más de 100 años sin cáncer. Es algo que llevará mucho tiempo, aunque hay ventajas, como por ejemplo que el ácido hialurónico ya se usa en tratamientos. "La variante de esta sustancia producida en células evita, por ejemplo, que los huesos de la rodilla rocen unos con otros y ya se usa en pacientes con artritis", explica Seluanov. "El compuesto también es un sustituto del botox y se inyecta bajo la piel para quitar las arrugas", añade. Ahora su equipo va a crear ratones transgénicos que producirán ácido hialurónico de ratopín. Si todo va bien, después habría que probar si también funciona en células humanas y buscar dianas terapéuticas para aumentar la producción de este ácido. "Estoy bastante seguro de que encontraremos la forma de aplicar este descubrimiento para tratar el cáncer en humanos", asegura Seluanov.

"Es un trabajo muy interesante, como todos los estudios previos realizados en este modelo animal", opina Carlos López-Otín, bioquímico de la Universidad de Oviedo y experto en la investigación de las claves del envejecimiento, en su caso basado en enfermedades humanas de senectud prematura. Su equipo, explica, quiso participar en la secuenciación del genoma de este roedor, aunque al final no lo logró y fueron otros equipos los que lo hicieron en 2011. "Se abre ahora un camino largo pero muy interesante hacia la validación en otras especies, incluso en humanos, de la idea de que la modulación de la ruta bioquímica del ácido hialurónico puede tener efectos semejantes a los observados en este atípico y extraordinario roedor", señala

PARECEN MOVERSE SOLAS

El misterio de las rocas del Valle de la Muerte

Unas rocas se mueven por el desolado paraje cuando nadie las mira. ¿Qué las empuja?

Una de las rocas con la huella que dejó al moverse. | Flickr/CC/James Gordon
AMÉRICA VALENZUELA / QUO 

Hay un lugar en la Tierra donde sucede algo muy extraño. Es Racetrack Playa en el Parque Nacional del Valle de la Muerte (Estados Unidos). Allí las rocas se mueven. Enormes bloques de piedra se deslizan sobre el suelo como si alguien, un ser invisible, las empujara. Son muchos los científicos que han estudiado el caso y aunque han conseguido describir con minuciosidad el fenómeno no han dado con una explicación contundente. Tampoco nunca nadie ha visto a las rocas en movimiento.

El Valle de la Muerte es una cuenca desértica situada en la parte más seca, calurosa y baja del sureste de California. Llega a los 86 metros por debajo del nivel del mar. Racetrack Playa está rodeado por un anillo montañoso de casi 5 kilómetros. Es ahí y solo ahí donde las piedras se mueven, explica América Valenzuela en su blog Cóctel de Ciencias.

Las rocas son simples dolomitas procedentes de las montañas circundantes. Muchas se mueven tan rápido como una persona caminando. Otras viajan por parejas de tal manera que dejan un rastro parecido a los surcos de un coche. La mayoría pesan poco, alrededor de 4 kilos, pero otras tantas alcanzan los 15 kilos. Hay una enorme, apodada Karen, que pesa 300 kilos.

Fueron los geólogos Jim McAllister y Allen Agnew los que observaron por primera vez en la década de los 40 del siglo XX las extrañas rocas cuando elaboraban un mapa de la zona. Años más tarde, en 1952, el geólogo Thomas Clement fue hasta el lugar para estudiar el extraño suceso. Cuando emprendió las observaciones una tormenta eléctrica le sorprendió y tuvo que refugiarse. A la mañana siguiente había amainado y salió a investigar. Vio el camino que habían dejado marcado algunas rocas en sus movimientos. La mayoría iban en la dirección del viento, de suroeste a noreste, así que asumió que el fenómeno estaba provocado por el viento que empujaba las rocas sobre el barro húmedo. Sin embargo, no encontró ninguna correlación entre el tamaño de la roca y la longitud de las huellas.

Desde entonces los estudios científicos se han sucedido con conclusiones de lo más variadas. Por eso el fenómeno despierta la suspicacia. De las rocas movedizas se ha dicho de todo. Su movimiento se ha atribuido a extraterrestres, anomalías magnéticas y gravitacionales, corrientes de agua desconocidas o a un sucio truco para atraer turistas.

En 2010 científicos de la NASA hicieron un estudio exhaustivo. Han descartado que las rocas se muevan por efecto de pequeños movimientos sísmicos, por un animal o por un simple efecto de la gravedad, es decir, que estuvieran deslizándose porque el terreno estuviera inclinado. Tampoco han registrado en la zona niveles anormales de radiación o algún campo magnético exagerado.

La conclusión a la que han llegado es que el viento es la fuerza que mueve las rocas sobre el suelo con una fricción mínima. El roce con el suelo disminuye por efecto de una combinación variable de factores, entre los que figuran la humedad, el hielo que a veces se forma por las bajas temperaturas de la noche o las bacterias que crean una capa deslizante en el suelo. Los vientos de hasta 150 kilómetros / hora que arrecian la zona pueden explicar el movimiento de algunas rocas, pero no, por ejemplo, de la pesada Karen. Así que el misterio aún está sin resolver